Luxemburgo pide el fin de los controles fronterizos

Los legisladores luxemburgueses han citado el elevado coste de los controles fronterizos, el gran consumo de tiempo y su impacto en los trabajadores transfronterizos.

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Los legisladores luxemburgueses han pedido a Francia y Alemania que levanten sus controles fronterizos internos, que, según ellos, perturban la unidad regional. El Parlamento luxemburgués debatió recientemente esta cuestión, haciendo hincapié en el impacto negativo sobre los trabajadores transfronterizos y los principios fundamentales de la Zona Schengen.

Controles fronterizos de Francia y Alemania

Anteriormente, Francia y Alemania restablecieron los controles en las fronteras interiores en respuesta a los problemas de seguridad y a los retos migratorios actuales. Sin embargo, según los abogados luxemburgueses, estas medidas contradicen la esencia del Acuerdo de Schengen de circulación sin restricciones dentro de los países de la UE. En la actualidad, la Zona Schengen se enfrenta a una presión cada vez mayor a medida que los países aplican controles fronterizos para hacer frente a las amenazas a la seguridad.

Francia restableció los controles por primera vez en 2015, tras los atentados terroristas de París, alegando motivos de seguridad nacional. Alemania hizo lo mismo ante el aumento de la inmigración procedente de Oriente Medio y el Norte de África. Ambas naciones -en noviembre y septiembre de 2024 respectivamente- han prorrogado desde entonces estas medidas, alegando la necesidad de reforzar la seguridad fronteriza. Pero este planteamiento ha suscitado debates en toda la UE sobre el equilibrio entre seguridad y libertad de circulación.

Argumentos de Luxemburgo

En respuesta a los continuos controles fronterizos, los legisladores luxemburgueses instan a volver a los principios de Schengen anteriores a la pandemia. Argumentan que la situación actual perjudica a la economía de la región, especialmente a los trabajadores transfronterizos que se desplazan diariamente. El gobierno luxemburgués cree que estos controles perturban la vida de miles de personas que dependen de la fluidez de bienes y mano de obra.

Además, los legisladores también destacaron que Luxemburgo, al estar rodeado por Francia, Alemania y Bélgica, sufre de forma desproporcionada estos controles. Instaron a Francia y Alemania a explorar medidas de seguridad alternativas que se ajusten a los valores de la UE. Este llamamiento refleja una frustración creciente entre los Estados más pequeños de la UE, que se sienten marginados por las acciones de los países miembros más grandes.

El político del Partido Socialista Obrero Luxemburgués (SAP) Yves Cruchten subrayó que los controles en las fronteras interiores no pueden ser la norma para Luxemburgo. Además, estos controles son caros y llevan mucho tiempo, y Alemania sólo ha denegado la entrada a 49 personas. Además, Cruchten señaló que los países de la UE deberían aplicar estos controles como último recurso y no como iniciativa habitual.

Algunos países Schengen han impulsado controles en las fronteras interiores en medio de casos de inmigración irregular. Sin embargo, Luxemburgo subraya que éstos no deben utilizarse como excusa para que los miembros de Schengen activen controles adicionales.

La política luxemburguesa Stephanie Weydert también ha insistido en que, en lugar de controles en las fronteras interiores, los países Schengen deben reforzar las fronteras exteriores.

Impacto en Luxemburgo, resto de la UE

El alegato de Luxemburgo subraya las tensiones existentes en la UE en relación con la gestión de las fronteras, la migración y la seguridad nacional. Otros países, como Holanda, Austria y Dinamarca, también han restablecido controles fronterizos temporales, desafiando aún más los principios de Schengen. Estos controles fronterizos internos han suscitado inquietud sobre el futuro de la Zona Schengen, especialmente cuando la UE intenta reforzar sus fronteras exteriores.

Francia y Alemania, sin embargo, sostienen que estas medidas son necesarias para la seguridad nacional y para gestionar la inmigración irregular. El debate pone de manifiesto el delicado equilibrio que deben alcanzar los dirigentes de la UE entre garantizar la seguridad y preservar la libertad de circulación. A medida que aumentan las tensiones, crece la presión sobre la UE para que desarrolle una mayor solidaridad y un enfoque más unificado de la gestión de las fronteras.

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